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Persiguiendo el Halo

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En la obra se dejan de lado los cuerpos del mundo, los pasajes tonales, las definiciones de todo tipo, los lugares comunes, el punto de apoyo visual, los horizontes, lo reconocible. Es entonces cuando la mancha reina sobre las apariencias y nos devuelve el espíritu de extrañeza que tanto hemos olvidado, y en aquel barrido espectral el ojo moderno buscará a toda costa un reconocimiento, una realidad que acoger, una dirección que justifique cada paso de aquel movimiento. Allí debería haber tanto que desearía poder disolver la definición de mis sentidos, y volver a la suave mancha irreconocible, que no transgrede y no se sitúa. Un cuerpo de claridad que envuelve con silencio todos los actos, y me será posible disparar imágenes que se encuentren y deshagan en el trance que busca el sensor de mi lente, un simple reflejo, aquello de allá fuera se siente como solo un espejismo.

Después de contrastar todos los caminos y saturar todas las texturas,

no nos queda más que alejarnos de la fotografía misma.

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